10 de abril de 2011

EL MENSAJE CURRICULAR Y DIDÁCTICO DE LA JORNADA DIARIA


La literatura en esta materia reconoce que la organización y estructuración del tiempo, aparece como un factor clave en la calidad de los procesos educativos que es necesario explicitar y comunicar a la comunidad educativa. La decisión respecto a cada uno de los momentos que se desarrollaran durante la jornada diaria, revelan un mensaje curricular y didáctico que es necesario analizar a la luz de los desafíos educativos propuestos por el establecimiento.

En la Educación Parvularia todos los tiempos son educativos, por la etapa de desarrollo y aprendizaje en que encuentran los párvulos. En efecto, los niños y niñas pueden aprenden en las distintas oportunidades que vivencia durante el día, en la medida que estas logren cumplir ciertas condiciones para que efectivamente se promuevan aprendizajes de calidad.

¿Qué se debe considerar para estructurar una Jornada diaria?

a} concretar la definición de las intencionalidades educativas propias de cada curso o grupo para el semestre o el año, lo que implica contar con un completo diagnóstico de los aprendizaje de los niños y niñas (niveles en que se encuentran, fortalezas, intereses y por cierto sus necesidades).

b} resguardar el cumplimiento de algunos criterios específicos que se emplean para estructurar y organizar las jornadas en la educación parvularia, como:

Marcar una frecuencia regular de algunos períodos: en esta etapa, la presencia de una cierta regularidad de las acciones educativas aparece como un factor orientador altamente significativo para los niños y niñas.

Tener presente la suficiente flexibilidad para modificar o reemplazar los períodos: la proyección de los períodos establecidos debe considerar los diversos hechos o situaciones imprevistas que se puedan presentar durante la jornada.

Renovar las propuestas de Jornadas Diarias durante el año: la propuesta de la organización del tiempo en las Jornadas diarias requiere una permanente evaluación, particularmente respecto a la consistencia y coherencia con las metas de aprendizaje. Aun que no existe una frecuencia determinada para la renovación, es recomendable experimentar al menos dos cambios durante un semestre, los que deben ser anunciados y socializados.

Equilibrar los pesos de los distintos tipos de períodos: un buen trabajo pedagógico exige tener presente un adecuado equilibrio de las distintas alternativas en que se pueden desarrollar las experiencias. Estas condiciones se pueden examinar con mayor detención, mediante un simple ejercicio de contraste, como se presenta a continuación:

Espacio educativo: las actividades se llevan a cabo dentro o fuera del aula.

Grados de protagonismo de los actores durante el inicio: las actividades son propuestas y dirigidas por la educadora o se inician y desarrollan por iniciativa de los propios niños y niñas.

Tipos de agrupamiento: las actividades se realizan en forma colectiva, grupal, por duplas o individual

Grado de actividad física: las actividades son intensas, moderadas o con escaso gasto energético.

Duración: las actividades son extensas y tienen continuidad en otras sesiones o son precisas, breves y concretadas en el tiempo asignado.

Intencionalidad pedagógica: las actividades se inclinan hacia ciertos énfasis de aprendizajes, por ejemplo: los lenguajes artísticos, la cuantificación, la iniciación a la escritura, la motricidad, otros

A modo de resumen queremos a través de estas consideraciones invitarlas a analizar las propuestas de las jornadas diarias de trabajo que están desarrollando en los distintos ciclos de aprendizaje. No debemos olvidar que las posibilidades de renovar, enriquecer y crear otras alternativas de períodos, están siempre abiertas y son parte del sello que imprime el nivel de educación parvularia en el sistema educativo.

María Isabel Díaz

Educadora de Párvulos / Magíster en Educación

Doctora en Educación